martes, 9 de septiembre de 2008

El listillo de la caja registradora


Hoy fui a almorzar a un popular self-service céntrico. Más bien tendría que decir que he ido a alimentarme como una gallina porque su restauración no llega a la altura gastronómica de lo que es "comer". Su comida es equivalente al pienso para humanos. A la hora de pagar el manjar, el listillo del cobrador no me ha devuelto diez euros del cambio y se ha echo el longuis. Lo peor no es que te robe diez euros sino que además vaya de listillo. Lógicamente, le he avisado con "un perdone...", y luego se ha disculpado por ese error matemático. Después lo he visto ávidamente contando monedas de un platillo. He sido víctima del llamado pícaro de la caja registradora, el que tiene lapsus aritméticos repentinos en contra de la billetera del cliente. Pero cuando he acabado de comer, lo peor ha sido sentir un profundo malestar, creo que me habían robado también el estómago. Carles Valls dixit.