![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjE7JzA-LK0b0WRBK3jlD2JHkoVEoOLfmeBegIBrg5beJKP46Le-qlcwJc2jmYmPzc2QweObecS-7jCVIZGb4h-CP6q9MBILQ_nN9svS-m0_kVRYNwf3EURdFGNRtK6scA6pWkV51_Od4G5/s200/cal.jpg)
Además de órganos vitales como los pulmones o el corazón necesitamos para existir de una lavadora, una nevera o un calentador de agua. Cuando algunos de estos electrodomésticos se enferman y se estropean nos dejan tirados y nos coge una depresión doméstica. Entonces llamamos al doctor chapuzas para que, si puede, nos los arregle sin cobrarnos a precio de otro nuevo. Sin embargo, a menudo no hay solución y ese electrodoméstico ya está traspasado, es un cádaver de acero y plástico. Entonces el reparador sólo nos puede dar un pésame carísimo: "Esto ya no funciona, ya lo puede tirar". Hoy he enterrado a mi calentador, descanse en paz. Carles Valls dixit.