Ningún mortal se escapa de la muerte. El pasado viernes falleció mi tío con 71 años, estaba mal del corazón, pero todo el desenlace fue rápido e inesperado. La muerte no avisó. Uno tiene que ir acostumbrándose no sólo a vivir con sus vivos sino también a vivir con sus muertos. El cura recordó en el funeral algunos destellos de su vida, como su gran afición por la geografia y topografía del país. Mi tío murió en un sofá con la mirada a las montañas del Montseny, que tanto amaba. Disfrutar del paisaje es un homenaje terrenal del difunto. Carles Valls dixit.