![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhThyphenhypheno9JtVEAFyo4EFWuGi9gWnAWomTbTNTShDUJQyZg8_kqShEGOKQjL11tf_r516mu9i832akjTaKHBZoRizlTATUOB8J-8yGcOBJ7lLRFtEppDwhAYmeWl39WG86P4FqfH-Hx2tELD19/s200/sol.jpg)
El verano impone la ley de la fragua. Hace mucho bochorno porque ya llegó la canícula de agosto. Nos hemos convertido en seres húmedos y goterosos con bermudas y chanclas ridículas. El astro rey ha proclamado la dictadura del calor. Los ciudadanos sudoríparos vamos a la búsqueda del aliento frío, del dios en forma de aire acondicionado. Sabemos que se refugia en los frigoríficos de los centros comerciales, en los metros-congeladores, en los cines antárticos. El hombre es un ser acondicionado. Carles Valls dixit.