
¡Hoy es mi cumple! Para no dar cabalas son ya 37, pero ¿cúal es mi edad mental?, ¿cuántos kilómetros tiene mi piel?, ¿cuánto pesa mi corazón?, ¿cuánto mide mi dedo gordo del pie?, ¿cuántos ronquidos hago cada noche?, ¿cúal es la edad de mis labios?, ¿cuánto pesa mi sudor?, ¿cuántas fotocopias he hecho en mi vida?, ¿cuántos bailes de salsa he disfrutado?, ¿cuántas patatas bravas he digerido?, ¿cuánto valgo en rebajas y cuánto cotiza mi vida?, o para liarla más, ¿cuánto cuento y para cúantos? Todavía soy una sorpresa para mi mismo. Carles Valls dixit.





El sábado fui a escuchar un concierto de Gospel del grupo Morningsingers in the fields del Institut Gospel de Barcelona. Acostumbrado a reproducir en mi casa música emepetrificada, cuando escuchas música natural, en directo es un regalo para lo oídos y descubres la belleza y potencia de la voz humana online. Unas voces que van más allá de la sonoridad vulgar de la charla, de los silbidos primitivos y de los ronquidos nocturnos. La música gospel es un gran homenaje al aparato fonador, a la alegría de la voz, es una catarata sonora de sentimientos volcánicos. Esta música de "espirituales negros", que nació en las comunidades esclavas y se desarrolló en las iglesias, es un canto apasionado y eleva tu espíritu a la altura de un rascacielos. Me gustaría tener mi alma negra, aunque soy blanco. Carles Valls dixit.






















