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Un carnívoro se pasea por la jamonería de El Corte Inglés y queda embelesado con el glamoroso desfile de piernas porcinas. Las hay de esbeltas y otras de rechonchas, de sonrojadas como el culo de un bebé o de negruzcas, y todas sus curvas grasientas son apetecibles y sabrosas. Esas patas colgantes destilan un perfume intenso de jamón o jamona que excita tus glandulas salivales. Algunas de ellas las visten perversamente con medias de rejilla y mallas de marcas abellotadas. La exhibición de jamones colgados es un ejercicio de fetichismo carnívoro. Carles Valls dixit.