Un amigo mío ha sido víctima de un despido salvaje: ¡no vuelvas mañana! Y el jefe no era un japonés de Nissan sino de un despachito profesional. Es difícil en el centro de trabajo encontrar el equilibrio entre la amistad y la profesionalidad, la productividad y la ilusión, el trabajo codo a codo y la relación personal, el beneficio de uno con el interés del otro, pero siempre se han de mantener las formas, ¿o no?. La dignidad del trabajador no se puede despedir. Carles Valls dixit.