La pasada tarde un persianista arregló el escote de mi persiana. Vino un operario canoso que, mientras reparaba el descosido, me iba instruyendo académicamente sobre el mundo de las persianas. Este catedrático de persianas me dio una clase magistral sobre ese arte de tapar ventanas. Fue tal el grado de pasión demostrado que me convenció que arreglar persianas toda una vida puede ser más apasionante que cualquier otro tipo de trabajo. Por ejemplo, que trabajar de investigador de crustáceos, de comercial de grapadoras o de estampador de posavasos. Cualquier trabajo puede ser artístico. Carles Valls dixit.