Cuando eres un seguidor acérrimo pero tu equipo es patético, como una banda de once indolentes millonarios que se escaquean en el campo, empiezas internamente un proceso de desfutbolización. Sin fútbol, los domingos no son iguales. Puedes ir al cine, hacer deporte, ver la tele, estar con los amigos, pasear, etc pero te entra una depresión futbolera. Una frustación balompédica que los seguidores de los grandes y triunfales equipos no estamos acostumbrados, sobretodo en la época de los trofeos flacos. Carles Valls dixit.
