lunes, 21 de abril de 2008

La Venus de Tanhauser


Esta ha sido para mi una semana wagneriana. Después de ver la pelicula "El hundimiento", con el actor Bruno Ganz en el papel de un chochoso dictador, filmada en un parking de quinta planta, el pasado viernes fui al Gran Teatre del Liceu a disfrutar de una de las grandes obras wagnerianas: Tanhauser. Hacía tiempo que no iba al Gallinero de terciopelo del Liceu a disfrutar de una noche lírica y, lo cierto es, que tuve buenas sensaciones musicales.

Antes de iniciarse el espéctaculo operístico, me cogió cierto miedo escénico. No me encontraba preparado para aguantar cuatro horas escuchando berridos en alemán y con las piernas aprisionadas en el asiento. Luego, cuando se iniciaron los acordes con la solemne obertura, empecé a disfrutar poco a poco de la sesión, mientras el pobre Tanhauser se retorcía por el amor de una mujer fatal, todo en plan culebrón decimonónico.

Yo, a estas alturas, pensaba que ya no estaba mentalmente preparado para escuchar ópera más allá de la duración de un partido de fútbol con prórroga, pero la realidad, es que sí, que aguanté estoicamente y con el estómago vacío, toda la noche lírica y desgarrada.

En cuanto a la ópera, su puesta en escena se situaba en una moderna galería de arte. El maestro pintor, Tanhauser, se debatía entre el amor libidinoso de su voluptuosa musa o el amor virginal y casto de su antigua novia. Se convocaba un concurso para pintar el cuadro que reflejase mejor el amor de una mujer, del que salió ganador nuestro pintor favorito.
Bueno, el final no lo cuento... pero avisaros de que Wagner no es Spielberg y que los finales de sus óperas acostumbran a ser como los del bunker de Hitler. Carles Valls dixit.