martes, 22 de julio de 2008

El baño cuadrado


Disfrutar de un chalet con piscina no está al alcance de cualquier amfibio. Este fin de semana tuve el privilegio de chapotear con otros cachalotes y focas, ya talluditos, en una piscina azulada de un generoso anfitrión. Cuando uno está acostumbrado al taladro de la ducha o al oleaje de una playa popular, es un placer acúatico disfrutar de la propiedad de la piscina, de esa agua lujosa estancada en madera. Por eso, al llegar a la finca y divisar la delgada línea azul perfecta de la piscina, todos estábamos sedientos de zambullirnos y refrescamos en ese cuadrado de agua fina e inmaculada. Un rato después nos excedimos salvajemente con la virginal piscina, con un bombardeo de saltos, hundimientos y juegos acuáticos, pareciendo un grupo de patos salvajes en celo. Bañarse en una piscina privada es como darse un masaje en la intimidad. Carles Valls dixit.