Muchas de nuestras amistades son de origen tecnológico. Son aquellas que conservamos a base de enviar toneladas de sms y rellamadas al móvil, o también aquellas con los que mantenemos una relación epistolar electrónica. Amigos con quienes no quedaremos en ningún sitio, con los que no conversaremos cara a cara, ni estaremos con ellos codo a codo. Son amistades profilácticas nacidas de la tecnología. Sin embargo, a menudo, estas amistades electrónicas se convierten en nuestros grandes amigos y, en cambio, las amistades físicas, con la que sales a tomar algo y quedas personalmente pasan a un segundo plano. Hemos cambiado las amistades de carne y hueso por las amistades tecnológicas. Carles Valls dixit.