Hace meses que no abandono la gran ciudad, enjaulado entre calles geométricas, edificios colmeneros, semáforos tuertos y muchedumbres con el corazón en el reloj. Ya me he olvidado de los volúmenes de las montañas, de la densidad verde de los bosques, de la naturaleza viva no urbanizada. La ciudad te retiene, te secuestra, te asfixia y tu existencia se vuelve de asfalto y baldosa. Si la montaña no viene, tendré que ir yo a la montaña. Carles Valls dixit.