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Cuando una joven pareja se reproduce y engendra un hijo se produce un enorme big bang, el universo de la pareja tal como había existido desaparece, y pasa a ser el bebé el centro del universo. Entonces, las ocupaciones y preocupaciones nascituras de la pareja giran entorno a la inflación del precio de los pañales, la carrocería del cochecito, la fotografía bebiforme y el drama de los trastornos de sueño. Si te invitan a su morada, te darás cuenta de su babycentrismo, del totalitarismo del recien llegado. Hay parejas que no superan esa fase de dominación bebista y acaban yendo a ver sólo películas de Pixar, se socializan sólo con los padres de la guardería, hacen el amor con los peluches de sus hijos y cenan biberones y papillas a las finas hierbas. Si bebés, no tengas pareja. Carles Valls dixit.