Esta mañana he tenido que desempolvar una máquina de escribir para rellenar un formulario administrativo. Bueno... al final la única salida fue abrir el baúl de la extecnología y recuperar una máquina AEG Olympia que, un buen amigo y oficial sin galones, me prestó para estos menesteres. El primer problema que tuve fue el de familiarizarme con el teclado de la abuela. Me había olvidado de cúal era la combinación mágica de las teclas para hacer determinados signos como los acentos. ¿Tendría que ir a hacer un curso de mecanografía prediluviana? El traqueteo del teclado me transportó a una vetusta comisaría de policía de la época del Lute. Al cabo de tres cuartos de hora tuve listo un ejemplar de papel de ochenta caracteres. ¡Cuarenta y cinco minutos por una página! ¿Será el uso de la máquina de escribir un homenaje nostálgico a la Administración decimonónica? Carles Valls, dixit